martes, 5 de septiembre de 2017

Leyendas Urbanas Españolas

El misterioso motorista Real

Imagínate la estampa. Te quedas tirado con el coche en una carretera poco transitada. El vehículo tiene algún tipo de avería que no identificas y tu móvil no tiene batería. Así que respiras aliviado cuando ves a un motorista acercándose. El diligente motero para a tu lado y se interesa por la situación. Tú le explicas lo que pasa y él se ofrece amablemente a ayudar. Tras examinar el coche detenidamente consigue detectar y arreglar la avería.
Cuando le estás dando las gracias el tipo se quita el caso. Para tu asombro, ese ángel de la guarda resulta ser, ¡el Rey Juan Carlos! Por supuesto no das crédito. Don Juan Carlos se despide de muy buenos modos y sigue su camino a toda velocidad.
Puede que a ti no te haya pasado, pero tal vez conozcas a alguien que conozca a alguien que sí ha vivido esta situación. Seguramente tu amigo solo se está dando el pisto, ya que la del rey Juan Carlos en moto ayudando a un conductor en apuros es una de las leyendas urbanas españolas más antiguas.
Que al ahora rey emérito le gustan las motos no es ningún secreto; que además recorra las carreteras españolas ayudando a los conductores en apuros ya es otro cantar. No digo yo que no haya ocurrido alguna vez, pero seguro que no con tanta frecuencia como insinúa esta leyenda. Quién sabe si dentro de unos años no se contará lo mismo de Felipe.

No cojas el metro mañana

Una leyenda urbana que cobra fuerza en momentos de psicosis terrorista. La historia transcurre en un supermercado, donde un hombre de rasgos árabes está en apuros porque no tiene suficiente dinero para pagar su compra. Una buena samaritana observa la situación y se ofrece a prestarle al hombre el dinero que le falta. El árabe se lo agradece con efusividad y se despide de ella, no sin antes dejarle un misterioso mensaje: No cojas el metro mañana.
La chica se va y se olvida de la advertencia. Pero al día siguiente oye las noticias de un terrible atentado en el metro. Inmediatamente recuerda lo que le dijo el árabe y acude a la policía en estado de shock.
Esta leyenda admite muchas variantes, pero el esquema siempre es el mismo: alguien le hace un favor a un terrorista (sin saber qué lo es, por supuesto) y éste como agradecimiento le previene sobre un peligro inminente. Por supuesto, el protagonista no hace caso de la advertencia hasta que ocurre lo peor.

Historias de este tipo, donde un terrorista da muestras de un mínimo de humanidad, son típicas tras un atentado. La verdad es que la historia resulta impactante y bien contada causa una honda impresión. Pero ya sabes, si es demasiado bueno para ser verdad, seguramente sea mentira.

Rapto en el centro comercial

Muchas veces las leyendas urbanas españolas reflejan los prejuicios de nuestra sociedad. Creo que esta historia lo muestra bien. Situémonos.
Una madre va a un gran centro comercial a hacer las compras de la semana. Le acompaña su hija pequeña, una niña bastante mona. En un momento dado, la madre se distrae y pierde de vista a la chiquilla. La busca por los pasillos, pero no la encuentra y empieza a ponerse nerviosa. Avisa a seguridad y se monta un dispositivo de búsqueda por todas las tiendas. La cosa llega a tal extremo que acaban cerrando todas las entradas y salidas del centro para que nadie salga.
Finalmente los guardas de seguridad localizan a la niña en los aseos del centro. Unos gitanos la estaban cortando el pelo, maquillando y cambiando de ropa para luego llevársela haciéndola pasar por su hija. ¿Estremecedor, verdad?
El objetivo de los gitanos secuestradores no está claro. Puede ser vender a la niña, destinarla a la prostitución infantil, vender sus órganos o cualquier otra bestialidad. Como siempre la historia puede cambiar. A veces los secuestradores son rumanos en vez de gitanos (o gitanos rumanos) y actúan en una tienda de ropa. En cualquier caso se trata de un bulo desmentido por la Guardia Civil y con un evidente tufillo xenófobo.

Hoy comemos en el chino

Uno de los colectivos que más leyendas urbanas genera es el de los asiáticos afincados en nuestro país.  Su tradicional hermetismo ha dado lugar a todo tipo de mitos. Por ejemplo, cuando los restaurantes chinos se pusieron de moda se empezó a decir que la carne que servían era de perros y gatos.
Según está leyenda, cuando un restaurante chino aparecía en un barrio la población de animales callejeros de la zona disminuía de forma misteriosa. A veces ante la escasez de animales en las calles, empezaban a desaparecer mascotas también. Dicen que la carne de gato es tan parecida a la del conejo que es imposible diferenciarlas… Hay quien iba más allá e insinuaba que hay relación entre la comida de los restaurantes chinos y el hecho de que no haya chinos enterrados en los cementerios.
Bromas aparte, no está de más aclarar que los restaurantes chinos siguen las mismas normativas sanitarias que el resto. Disfrutar de su

 

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